60 AÑOS DE LA PILDORA QUE CAMBIÓ AL MUNDO

La salida al mercado de la primera píldora anticonceptiva se produjo en medio de los debates sobre la “explosión demográfica” y las transformaciones en las relaciones de género, los modelos familiares y las pautas de sexualidad.

Hasta ese momento los métodos más utilizados para no tener hijxs eran el coito interrumpido (quedaba en manos del varón en una época donde no se hablaba del placer sexual y era un obstáculo más para las mujeres para llegar al orgasmo) y el aborto, que era ilegal como ahora y que tenía consecuencias para las mujeres que lo utilizaban.

Otro recurso era la abstinencia sexual. Obvio esto era apoyado por la iglesia y respaldado por gran parte de la sociedad. La mujer estaba pensada para solamente cuidar a las bendis.

La anticonceptiva significó para muchas mujeres, la posibilidad de no tener hijos o de decidir cuántos hijos tener.

A partir de los ’90, son las mujeres las principales protagonistas de ese derecho autónomo, más allá de su situación familiar, quienes tienen derecho a decidir sobre su reproducción. Lo importante es que las personas puedan decidir qué hacer con sus capacidades reproductivas: para no tener hijos o para sí tenerlos.

Existieron prejuicios tanto para fomentar la píldora como para combatirla con las actuales descalificaciones que aducen que las mujeres tienen más hijos para cobrar la asignación universal por hijo. Sobre las mujeres pobres siempre hubo mitos y creencias.  En mi barrio se conoce como prejuicio de clase.

En Argentina en el 2002 se aprobó la Ley Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable, que garantizó la anticoncepción gratuita a través de un programa, firmado por Néstor Kirchner, en el 2003, en el Ministerio de Salud.

En el presente, la píldora se sigue utilizando, pero el preservativo tomó protagonismo por su doble función para evitar embarazos no buscados y cuidar la salud.

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