Traferri tiene razón, pero no tanta || Por Juan Manuel BerlangaTraferri
«Si me cambian los fiscales, me presento», dijo el senador Traferri a los periodistas en las puertas del palacio de Justicia de Rosario.
Traferri es acusado de encabezar una banda que regenteaba el juego clandestino en el sur provincial. En la misma causa ya fueron condenados y encarcelados policías, fiscales y empresarios. Los fiscales Luis Schiapapietra y Matías Edery nunca pudieron sentar a Armando Traferri en el banquillo de los acusados porque tiene fueros.
Intentaron convencer a los demás senadores para que le retiren los fueros, les presentaron las mismas pruebas con las que consiguieron condenar al resto de la banda, pero no lo lograron. Seis senadores peronistas y siete del Frente de Frentes se negaron a desaforarlo. Otros 6 senadores peronistas opinaron lo contrario.
Los fiscales pidieron en la Justicia Provincial que se declaren inconstitucionales los fueros de los legisladores locales. El argumento es bastante sólido, en el resto del país los fueros sirven para que los legisladores no vayan presos, en la anacrónica constitución provincial los fueros impiden que puedan ser investigados y acusados.
En la justicia local el pedido de los fiscales tuvo suerte dispar entre primera y segunda instancia y, finalmente, llegó a la Corte Suprema de Santa Fe. La Corte falló contra la voluntad de Edery y Schiapapietra, quienes apelaron a la Corte Suprema de Justicia de la Naión.
Esta semana se conocieron novedades de la causa. El Procurador de la Corte recomendó a los cortesanos que voten aceptando el pedido de los fiscales santafesinos y declaren inconstitucionales los fueros.
«Si me cambian los fiscales, me presento», dijo el senador Traferri a los periodistas en las puertas del palacio de Justicia de Rosario este miércoles. No estaba allí ni como testigo, ni como imputado en ninguna causa, sino participando de la apertura del nuevo año judicial.
Uno de los noteros argumentó sobre la imposibilidad de «andar cambiando fiscales» y Traferri disparó una verdad llena de bilis: «¿Cómo que no?… Yo quiero lo mismo que le dieron a Pullaro, que cuando apareció en las escuchas telefónicas haciendo trampa en el concurso de ascenso de jefes de policía, le corrieron a los fiscales (Roberto) Apullán y (Laura) Martí y le pusieron otro».
Es tan cierta la afirmación de Traferri, como cierto fue el escándalo institucional que tuvieron que desplegar las autoridades del MPA para lograrlo.
Sacame los fiscales
Fines de 2017. Los fiscales Martí y Apullán investigaban a una banda de comisarios que hacían negocios con el combustible y las horas extras. Tenían pinchados algunos teléfonos. En la línea del comisario Adrián Rodriguez aparece incansablemente el por entonces ministro de seguridad Maximiliano Pullaro, empujándolo a presentarse al concurso de ascenso. En dos oportunidades se jacta de presidir la mesa examinadora. También le pide que le revele el seudónimo con el cual presentó su trabajo y le dice que para el examen oral se quede tranquilo porque le iba a «dar las preguntas, como en la escuela».
Los fiscales piden la intervención del teléfono de Pullaro ante la flagrancia del delito y un juez se la concede. Las escuchas que surgen del teléfono del por entonces ministro de Seguridad el día que los fiscales detienen al comisario Rodriguez son el festival más grande de irregularidades institucionales registradas en la historia de la humanidad, y, tal vez, en otras galaxias.
Incluyen al ya fallecido ex gobernador de la provincia Miguel Lifshitz, al jefe de todos los fiscales Jorge Baclini, al jefe regional de fiscales Carlos Arietti y a demás funcionarios de Pullaro que, incluso, hoy son parte estable del elenco del MPA. Incluída su ex secretaria privada.
Conversando con Lifschitz, Pullaro le cuenta que Baclini le confirmó que también lo estaban investigando a él, pero que ya le había dado los argumentos para defenderse y que todo era muy fácil de solucionar. Incluso hasta llegaron a reprocharse entre los hombres del ejecutivo y del poder judicial por qué se habían hecho detenciones si habían acordado no hacerlas hasta después de las elecciones. Y todo quedó legalmente registrado.
Traferri tiene razón en lo que dice. En un pase de mangas, el MPA decidió crear frenèticamente una fiscalía especializada en Delitos Complejos que absorba todas las causas en curso vinculadas a corrupción estatal.
El resultado final fue el que detalla Traferri. Le quitaron la causa a los fiscales Martín y Apullán y se la dieron al fiscal Excequiel Hernández. Allí durmió hasta su extinción. Ningún legislador, de ningún partido, se presentó como querellante para pedir su reapertura. Los delitos expuestos sobran para terminar con la posibilidad de que varios protagonistas puedan volver a ocupar algún cargo público.
Tiene razón, pero no tanto
Traferri se defiende sosteniendo que los fiscales que lo investigan tienen una animosidad manifiesta en su contra. Afirma que en la causa que se investiga a Marcelo Sain por presunto espionaje ilegal, hay elementos que indican que Schiapapietra y Edery eran parte de este plan criminal para perjudicarlo. «Ahora para el MPA yo soy víctima de persecución, por eso me aceptó como querellante», compartió con la prensa.
Excequiel Hernández, el mismo que no encontró elemento alguno para incriminar a sus jefes del MPA y a los funcionarios del poder ejecutivo y se quedó con la causa Pullaro, es otra vez protagonista en esta historia.
Tal vez con más pericia que en sus arranques, tal vez con una nueva impronta más persecutoria que le imprime el cambio de color político gobernando la provincia, el Fiscal Hernández aquí prefirió actuar como un verdadero perro de caza.
Allanó el Ministerio de Seguridad de la Provincia sin siquiera una orden de un juez que lo respalde, secuestró teléfonos y computadoras de funcionarios y se tomó más de un año para construir una acusación con los frutos de dicha pesca.
Es en esta causa, precisamente, en la que el senador Traferri recuesta su perfil de perseguido. Si bien le asiste la razón cuando pide igual trato con Pullaro para que le saquen los fiscales, no está contando en favor de la conducción del MPA la posición de víctima que le brinda el renovado y brioso fiscal Hernández.
¿Qué mirá bobo?
Terminaba la pomposa apertura del año judicial y el representante de los senadores en la junta de seguridad Armando Traferri y los fiscales Schiapapietra y Edery se cruzaron en los pasillos. El encuentro terminó mediado por los agentes de seguridad que custodian a los fiscales.
Los fiscales radicaron una denuncia señalando intimidaciones y acusan al senador de haberlos provocado primero, y luego proponer invitaciones a que las cosas se resuelvan ahí nomás, a las piñas. El senador se encargó de difundir que fueron los fiscales quienes iniciaron la provocación al decirle: «Sciamo fuori de la copa» mientras pasaban caminando a su lado.
En declaraciones posteriores a los medios, Schiapapietra especuló que la actitud de Traferri puede haber tenido la intencionalidad de buscar una respuesta violenta para insistir en el apartamiento del caso y negó tener cualquier otra motivación que no sea la de cerrar una causa judicial en la que solo falta cerrar el último engranaje.
En cambio, el fiscal que sí tiene una clara intencionalidad en la causa que investiga es el doctor Excequiel Hernandez. Esto no es una especulación de quien escribe esta nota. Es lo que surge de las propias pruebas que Hernández presentó para sustanciar su denuncia contra Marcelo Saín.
Siempre según las propias pruebas de Hernández, él mismo sería víctima del supuesto espionaje. Igual que Traferri. Igual que Pullaro.
¿Puede un fiscal ser víctima de la propia causa que investiga? ¿Puede un fiscal investigar una estafa siendo él mismo el estafado? ¿Puede no darse cuenta de la obviedad el fiscal Hernández y seguir al frente de la causa? ¿Pueden no darse cuenta ni Arietti, ni Baclini? ¿Los mismos de las escuchas de Pullaro? Los mismos.
Traferri y Pullaro también votan
Estos hechos, que transcurren mientras Rosario es noticia en la sección narco de todos los diarios del mundo, también coexisten en el presente con el proceso de selección de autoridades del MPA.
Los jurados ya elevaron la lista de los mejores calificados para reemplazar a Baclini, Arietti y el resto de los fiscales regionales, defensores y demás autoridades fiscales. La semana entrante el gobernador Omar Perotti enviará a la legislatura los pliegos de quienes él decida. Para cada cargo debe otar por uno de los tres que llegaron a la cima del concurso.
Allí senadores y diputados darán su conformidad, o rechazarán cada propuesta. Luis Schiapappietra compitió para ocupar la fiscalía general y la regional de Rosario. En las dos quedó en el lote de los que superaron ampliamente el concurso. En ninguna adentro de las ternas elevadas al poder ejecutivo.
La dramática crisis institucional que vive la provincia de Santa Fe requiere una renovaciòn que sepulte el enredo de constantes compromisos, rupturas, alianzas, enfrentamientos, y márgenes de ilegalidad que los principales protagonistas del poder de las últimas décadas llevan en el lomo.