El empresario muy ligado al macrismo, falleció el día de ayer producto de un paro cardíaco.
Últimamente su imagen estaba en la escena de la polémica. Nardelli fue responsabilizado por sus acreedores, pero también por sus propios socios y parientes, como el culpable del derrumbe de la empresa familiar. Se le acusaba de ser el máximo responsable de la conducción de Vicentin SAIC en los últimos años.
El «clan» Vicentín perdió a su Jefe, «el CEO» total. Sus propio entorno (tanto integrantes de la familia, accionistas) y extraños (acreedores, socios en diferentes negocios) lo consideraban el «principal responsable» de la trayectoria de Vicentin: tanto de su escalada acelerada como de su repentino derrumbe.
Vicentin había dejado de realizar pagos a empleados y acreedores por una situación de «estrés financiero» que denunció el 6 de diciembre de 2019 (dejando en el limbo 90 mil millones de pesos de acreedores ajenos y otros 9 mil millones son créditos intragrupo, es decir a favor de empresas del mismo grupo, a favor de accionistas o deudas financieras sospechadas de ser en realidad autopréstamo).
El 8 de junio el gobierno nacional dio a conocer el DNU por el cual disponía la intervención de Vicentin SAIC y anunciaba, por boca del presidente Alberto Fernández, su futura expropiación.
La intervención no pudo asumir a día siguiente, martes 9, porque los directivos de Vicentin se lo impidieron en la sede de la empresa, en la ciudad de Avellaneda, en el norte de la provincia de Santa Fe. Un día después, el miércoles 10, Sergio Nardelli era recibido en la Quinta de Olivos por Alberto Fernández.
Nardelli seguía siendo El Jefe, pero ni él ni los suyos podían responder por el repentino cambio de la situación de la empresa. Para sorpresa de muchos al 31 de julio del 2019 presentó un estado de situación económico financiero impecable -bajo la gestión de Mauricio Macri- y apenas un par de meses después se hundía en una crisis inexplicable.
Nardelli, el cerebro de la organización del grupo Vicentín, ya no pudo dar explicaciones ni ante acreedores ni ante su propia familia. Por el accionar injustificado del empresario, la empresa pasaba a ser centro de repudio de sus trabajadores, sus antiguos proveedores de granos, sectores de la sociedad y la política que antes los mimaban y ahora los trataban como «enemigo».
En el último tiempo manifestantes mostraron su indignación en las puertas de la empresa. «¿Quién hizo mierda todo? Papá». Sus dos manos, apoyadas sobre su pecho en la foto, como diciendo «Yo». La foto había sido obtenida en un acto de Juntos por el Cambio, en la última campaña.